Cuando hablo de cambiar este mundo creo que la sociedad no me termina de comprender. Ni soy una santa ni prentendo serlo. Tengo mi maldad, como todo ser humano, mi egoísmo y mis errores, pero lucho por mejorar cada día lo que tengo a mi alrededor y, por supuesto, mejorar yo misma como persona.
Soy de las que piensa que nuestra sociedad tiene que cambiar muchas cosas, desde cómo tratamos a nuestro planeta hasta cómo nos tratamos entre nosotros y por eso abogo por un cambio 360 en todos los sentidos.
Creo en que podemos vivir de lo que nuestro planeta nos ofrece sin tener que machacarlo y por eso no soy vegana ni vegetariana, de hecho también pienso que si el ser humano ha llegado aquí desde el neolítico y la prehistoria ha sido también porque se ha comportado como lo ha hecho y, si no recuerdo mal, en la prehistoria éramos más cazadores que agricultores. Ahora bien, tampoco tengo nada en contra de quien quiera ser vegano, por supuesto.
Mi pensamiento va un paso más allá. Yo creo en que podemos vivir en parte como antaño con las comodidades modernas para no destrozar nuestro planeta. Por ejemplo, ¿necesitamos que existan las granjas de pollos y gallinas? Sí, por supuesto, pero teniendo en cuenta que la ciencia ha demostrado que no necesitamos comer carne a diario, ni huevos, sería interesante que las granjas dejaran de lado el tema “jaula” y piensos ultraprocesados para volver a criar pollos y gallinas como antaño, aunque nos ayudemos de las nuevas tecnologías para otros menesteres.
Por ejemplo, si quiero cultivar maíz lo normal es que use la maquinaria que me facilita el trabajo hoy en día pero no tengo por qué estropear la naturaleza para ello así que me aseguraría de que esa maquinaria usa energía renovable (fotovoltaica) y evitaría pesticidas y químicos en mis plantaciones. De este modo estaríamos optando por un cultivo ecológico sin prescindir de ciertas ventajas que nos ha traído la vida moderna.
Del mismo modo, en nuestra sociedad, creo que se puede avanzar sin pisar cabezas. Podemos ascender en la empresa sin machacarnos unos a otros y, sobre todo, respetando opiniones diversas (aunque hay otras opiniones que no son respetables como todo el tema del machismo o de la violencia de género). Podemos ser amables y apoyarnos porque eso aporta mucho más que el egoísmo y la envidia, y aunque cometamos errores y hagamos ciertas cosas mal, intentar hacerlo mejor la próxima vez ya es un buen logro.
Recuerdos
Todo eso lo explico antes de nada porque estoy harta de ver cómo compramos y tiramos a la basura tonterías que a veces ni necesitamos, haciendo un gasto horrible y contaminando nuestro entorno cada día un poco más.
Por moda, hoy me compro unas gafas de sol, o me las regalan, y dentro de tres meses ya no me gustan por lo que acabo tirándolas a la basura y comprándome otras más pequeñas, redondas o de colores, y que las antiguas pasaron de moda. ¡No tiene sentido! Los más respetuosos, como mucho, las ponen a la venta en Wallapop e intentan sacar algo a cambio al revenderlas gracias a lo cual ellos ganan algo y el planeta también, pues son unas gafas menos que acaban en el vertedero municipal. Y por eso estoy totalmente en contra de regalar tonterías.
Y es que, a no ser que encestemos algo y estemos lanzando indirectas dos meses antes lo normal es que llegue Navidad o nuestro cumpleaños y acabemos con un móvil nuevo que no necesitábamos porque el que tenemos funcionaba aun perfectamente, con un conjunto de ropa de marca que nosotros no habríamos comprado y con una pulsera que seguramente le habrá costado una pasta a nuestro novio pero que en realidad no evoca nada, un adorno sin más. Pues bien, propongo acabar con todo esto.
Hace un año falleció mi tía de cáncer, y aunque yo soy poco dada a los recuerdos sentimentaloides mis hermanos y yo decidimos regalarle algo especial a mi madre para que su hermana siempre estuviera presente en casa. Contactamos con bustospersonalizados.es y encargamos la creación de un busto en color bronce para el salón de mis padres. Yo jamás me habría puesto algo así, pero sabiendo el gusto de ellos y lo que significaría para mi madre ese regalo nos pareció perfecto.
Puede que no sea del gusto de todo el mundo pero la realidad es que ese no es un regalo que vaya a acabar en la basura dentro de un año, ni de dos, se quedará en la familia por muchísimos años e incluso es posible que cuando ya no quede nadie en este mundo que recuerde a mi tía con vida siga en la familia como una obra de arte, o se venda como tal para cualquier otra casa.
Del mismo modo, el tema de las joyas me hace pensar en que mientras hay quienes regalan joyas por su valor económico otros lo hacen por motivos mucho más emocionales y probablemente esas serán las joyas que verdaderamente perduren en la familia con el tiempo. Joyería Lorena ha sacado una línea de joyas inspiradas en diferentes oficios que son el regalo ideal para valorar el trabajo de mucha gente, desde médicos hasta periodistas o profesores de colegio. Son un regalo especial, un recuerdo único, que llevarán siempre, pero ¿unos pendientes, por muy caros y bonitos que sean, estarán siempre en la memoria de quien los recibe? Yo diría que no, y es más, si son de oro es posible que esa misma persona o su descendencia decida venderlos, o fundirlos, para obtener el valor económico de los mismos en época de vacas flacas.
Joyas muy especiales
Algo que también me ha llamado la atención mucho son las joyas que han aparecido últimamente y que se fabrican con recuerdos. Pueden hacer pendientes con forma de perlita cuya piedra es, en realidad, leche materna tratada. Pueden crear colgantes con pelo de bebé e incluso anillos con adornos de piedras que han fabricado con la base de las cenizas de cremación de un familiar muy querido, o incluso tu mascota.
Este tipo de regalos es muy personal y obviamente no es algo que se vaya a ir dando así porque sí, pero si tu madre, tu hermana o tu pareja tiene la oportunidad de regalarte algo así ¿no te plantearías esto como una bonita opción para tener el mejor recuerdo del mundo?
Creo, de verdad, que nuestra sociedad ha de dejar de ser tan consumista y debe empezar a valorar más lo que de verdad importa, venga en forma de regalo, de alimento o de espacio verde al aire libre, y aunque empecemos a cambiar ya las cosas llegamos tarde así que habrá que ponerse las pilas ¿no creéis?