La salud y la salud mental en particular son fundamentales. La psicoterapia humanista ha ido ganando adeptos. Primeramente, deberíamos hacer una distinción entre psicología humanista y la psicoterapia humanista. Las psicoterapias humanistas son las que se encargan de englobar todos los enfoques de carácter terapéutico de acuerdo con lo que son los principios de la psicología del ser humano.
A este tipo de psicología también se la conoce como “la tercera fuerza”, naciendo como una contraposición y alternativa al conductismo y al psicoanálisis, unos enfoques a los que también que hay que decir que considera reduccionistas, deshumanizados, mecanicistas y deterministas. Nace a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado y el desarrollo mayor lo llegó a alcanzar en la década de los 60 del siglo XX.
Apareció como una sincera reacción a la insatisfacción en la sociedad y el desencanto después de la segunda guerra mundial, cuando los valores cambiaron y el mundo era un sitio de lo más inseguro y de gran inestabilidad. La psicología humanista tuvo muchas ideas diferente, todo ello en base a diferentes personajes influentes en ella: Abraham Maslow, Carl Rogers o William James, entre otros.
Podemos hablar de esta psicología como de un movimiento más que de una escuela. Destacamos en ella su actitud y una manera de ver al ser humano, donde éste lo llega a concebir como el centro de su conocimiento.
Ella busca la profundización en los conflictos personales, concienciando de las dificultades y desarrollando una serie de recursos importantes para afrontarlas. El objetivo es que se integre en todos los aspectos de tu propia forma de ser, de tu personalidad, para ser lo que quieras ser.
Este proceso viene impulsado por la voluntad de ver y sanar, para que de manera activa y con responsabilidad, se puedan explorar los problemas que aparezcan en tu vida.
La psicoterapia humanista
En ipeh.com como centro de formación universitaria aseguran que algo en lo que se incide es en la importancia que tiene la propia actitud que mantenga el terapeuta. La empatía , ser auténtico, responsable es una base para que al final encuentro entre las personas pase a ser una relación terapeútica de calidad.
La presencia de los terapeutas ayuda a que sea un espacio seguro en el que los pacientes puedan llegar a poner palabras a lo que les está sucediendo y cómo se sientes. En los másteres que realizan se mantiene en que siempre la presencia del terapeuta no debe dirigir con consejos o interpretando pensamiento, debe ser un apoyo y te acompaña en el proceso que vivas.
El profesional debe escuchar sin hacer juicios o valoraciones, debiendo profundizar junto al paciente en las problemáticas. El apoyo del que hablamos es importante para poder descubrir una serie de aspectos de tu propia personalidad, para ir desarrollando una serie de capacidad personales y encontremos la forma de solucionarlo, modificarlo o aceptarlo.
Este proceso terapéutico es el que hace posible conocerte mejor, para así ampliar tu capacidad para darte cuenta e ir integrando las experiencias que sean más dolorosas.
Como objetivo está el poder llegar a que el pensamiento y el sentimiento sean armónicos e integrados. Las relaciones deben basarse en la autenticidad, las cuales permitan el crecimiento como persona y la evaluación hacia el autoapoyo, afrontando los problemas con gran madurez y viviendo con una mayor conciencia. Hay que afrontar la responsabilidad que tiene vivir nuestra vida propia, por lo que:
Todo ello va a suponer lo siguiente:
- Deberemos dejar de ir repitiendo los comportamientos que nos puedan hacer daño a ti o a las demás personas
- Tenemos que aceptarnos como somos, no aceptes lo que no eres
- Comienza a querer algo más, así es cómo se puede ir queriendo más a las otras personas
- Curar tus heridas es el primer paso para mirar al pasado sin rencores
- Toma tus propias decisiones y acostúmbrate a no hacer reproches a quien no los merece
- La vida hay que disfrutarla tal y como viene
Debemos vivir con una conciencia mayor, pues esta es la clave para que podamos afrontar los sufrimientos, dar con las respuestas a los problemas que se nos presentes e ir recuperando la armonía, descubriendo en cada momento, un lugar en el que poder mirar de verdad con el corazón a la vida, y a las otras personas.