Cuando empieza a llegar el invierno, todos notamos cómo la casa también cambia. De repente, ya no es tan agradable andar descalzo por el suelo, y uno empieza a buscar mantas, calcetines gordos y tazas de té caliente. Pero, más allá de abrigarse, también es importante pensar en cómo abrigar la casa, preparar la vivienda para el invierno puede hacer que esté más cómoda, más cálida y, además, que se gaste menos en calefacción.
Rolltec, empresa de toldos, persianas y carpintería de aluminio, entre muchas otras cosas, nos ofrecen cinco claves muy sencillas pero efectivas para proteger cualquier casa del frío durante el invierno. Cualquiera puede hacerlas, sin necesidad de grandes reformas ni de gastar un dineral.
Solo hace falta un poco de organización, sentido común y ganas de estar más a gusto en casa.
Revisar bien el sistema de calefacción
Antes de que llegue el frío fuerte, lo primero que conviene hacer es revisar que la calefacción funciona bien. Puede parecer una obviedad, pero muchas personas se dan cuenta de que algo falla justo el día en que hace más frío, y ya es tarde para solucionarlo rápido.
Si se tienen radiadores de agua, lo ideal es purgarlos. Esto significa quitarles el aire que se acumula dentro y que impide que funcionen bien. Normalmente, es tan fácil como girar una válvula hasta que salga agua. Si se escucha un silbido o sale aire, eso significa que sí había aire acumulado y que el radiador no estaba calentando como debía.
También conviene revisar la presión de la caldera. Si está muy baja o muy alta, puede afectar al rendimiento. La mayoría de calderas tienen un indicador que marca cuál es la presión correcta. Si no se sabe cómo ajustar esto, lo mejor es llamar a un técnico, sobre todo si hace años que no se hace mantenimiento.
Y si se usa algún otro sistema de calefacción, como estufas de gas, convectores eléctricos o bombas de calor, hay que asegurarse de que están limpios y en buen estado. En algunos casos, como los aires acondicionados con bomba de calor, también conviene limpiar los filtros.
Cambiar la forma de usar la calefacción
Una de las mejores cosas que se pueden hacer es instalar termostatos programables o temporizadores.
Estos dispositivos permiten programar la calefacción para que se encienda y se apague a ciertas horas. Por ejemplo, si nadie está en casa por la mañana o por la tarde, no hace falta que esté a 21 grados todo el día. Con que se mantenga a 15 grados para que no se enfríe del todo, y luego suba un poco antes de que lleguen los habitantes de la casa, es suficiente.
Según varios estudios, programar la calefacción de esta forma puede ahorrar entre un 8% y un 13% en la factura energética. Además, es mucho más cómodo que estar encendiéndola y apagándola manualmente.
También es importante no abusar de la temperatura. No hace falta tener la casa como si fuera verano. Lo ideal es que esté entre 19 y 21 grados durante el día y algo menos por la noche. Dormir con demasiada calefacción tampoco es bueno para la salud ni para el bolsillo.
Aprovechar todo lo posible el calor del sol
Aunque sea invierno y haga frío, el sol sigue saliendo y sus rayos siguen calentando. Por eso, uno de los consejos más sencillos y más útiles es aprovechar esa fuente de calor natural que tenemos todos los días, al menos durante unas horas.
La idea es muy simple: si da el sol por alguna ventana, hay que dejar pasar ese calor. Abrir las cortinas, subir las persianas y dejar que la luz entre. Si se hace bien, se puede ganar uno o dos grados de forma completamente gratuita.
Eso sí, cuando el sol se va, hay que hacer justo lo contrario. Bajar persianas, correr cortinas gruesas y evitar que el calor que se ha acumulado durante el día se escape por las ventanas.
Este gesto tan básico puede parecer insignificante, pero ayuda mucho. Y no cuesta ni un euro. Simplemente hay que estar un poco pendiente de la hora del día y saber en qué zonas de la casa da el sol y en qué momento.
Cuidar bien las ventanas
Si hay algo que marca la diferencia en una casa en invierno son las ventanas. Por ahí se escapa mucho del calor interior, sobre todo si son viejas o no están bien selladas. Se calcula que por unas ventanas en mal estado se puede perder hasta un 30% del calor que se genera dentro. Y eso se nota, tanto en la sensación térmica como en la factura.
Lo primero es detectar si hay filtraciones de aire. Una forma muy fácil de saberlo es acercando una vela o un mechero (con cuidado) a los bordes de la ventana. Si la llama se mueve, es que entra aire. En ese caso, se pueden colocar burletes o sellar las juntas con silicona especial para evitar que el frío entre.
También se pueden usar cortinas gruesas, que sirven como una capa más de aislamiento. Pero lo ideal, si se puede, es cambiar las ventanas por otras de mayor calidad. Las mejores son las que tienen rotura de puente térmico y doble acristalamiento. Este tipo de ventanas reducen muchísimo las pérdidas energéticas. En algunos casos, hasta un 70%.
Es verdad que cambiar ventanas no es barato, pero si se puede hacer al menos en las zonas más frías o más utilizadas de la casa (como el salón o los dormitorios), la mejora se nota muchísimo.
Mejorar el aislamiento de la casa: un cambio que se nota
Uno de los puntos más importantes para mantener el calor dentro de casa en invierno es el aislamiento. Muchas veces se piensa solo en la calefacción, pero si la vivienda no está bien aislada, por mucho que se suba el termostato, el calor se escapa y el gasto se dispara. Por eso, revisar cómo está aislada la casa es clave si se quiere estar más cómodo y pagar menos.
El aislamiento no es solo cosa de ventanas, también hay que pensar en las paredes, los techos, los suelos e incluso las puertas. En viviendas antiguas, es bastante común que las paredes exteriores no tengan aislamiento interior. En esos casos, se pueden valorar opciones como añadir placas aislantes por dentro o usar sistemas de trasdosado que mejoran mucho el confort térmico.
En el caso del techo, si se vive en la última planta o en una casa, también conviene revisar si hay pérdida de calor por ahí. Muchos tejados no están bien aislados y eso provoca que el calor se vaya hacia arriba. Hay materiales específicos para aislar esta zona, y aunque al principio puede parecer una inversión grande, a largo plazo se nota mucho en el ahorro energético.
En los suelos también se puede actuar. Si se nota que están muy fríos, hay opciones como poner aislantes bajo los pavimentos o usar alfombras grandes que cubran zonas amplias. No es lo mismo pisar una baldosa helada que una superficie que mantiene el calor.
Una casa bien aislada mantiene la temperatura durante más tiempo, necesita menos calefacción y ofrece una sensación de confort mucho mayor. No hace falta reformar toda la vivienda de golpe, pero ir mejorando poco a poco ayuda muchísimo.
Otras pequeñas acciones que también ayudan
Además de los cinco puntos anteriores, hay otras cosas que, aunque parezcan menores, suman bastante a la hora de proteger una casa del frío:
- Cerrar las puertas de las habitaciones que no se usan. Así no se desperdicia el calor.
- Colocar estanterías o muebles contra paredes que den al exterior. Actúan como aislantes naturales.
- Evitar secar la ropa dentro de casa si se usa calefacción. Aumenta la humedad y puede generar moho.
- Aislar el cajón de la persiana. Muchas veces por ahí entra aire y no se nota hasta que se sella.
- Cambiar los enchufes de pared que dan al exterior por modelos más cerrados. Por ahí también se puede colar el frío.
- Comprobar el aislamiento del techo, si se vive en una casa independiente. A veces se pierde mucho calor por esa vía.
Proteger una casa del frío no tiene por qué ser caro ni complicado
Con unos cuantos cambios y revisiones básicas, cualquier hogar puede estar mucho más cálido y confortable en invierno. Además, se puede ahorrar bastante en calefacción, lo cual siempre viene bien.
No hay que esperar a que llegue la ola de frío para actuar. Cuanto antes se preparen las cosas, mejor. Un poco de planificación, algunos gestos simples y algo de atención hacen que el invierno no sea una molestia, sino una época acogedora.
Así que, si se nota que la casa se enfría demasiado o que la factura de la calefacción se dispara cada invierno, vale la pena probar estos consejos. La mayoría se pueden aplicar en un solo fin de semana y marcan la diferencia enseguida. Porque, al final, todos queremos lo mismo: sentirnos a gusto en casa, también cuando fuera hace un frío que pela.