El medioambiente bien merece que miremos por él. Desde que se inventó el vehículo a motor y surgió la posibilidad de que todo el mundo pudiera disponer de un medio de transporte particular, las carreteras inundaron el planeta, los coches y todo tipo de vehículos a motor, se adueñaron del asfalto y la contaminación creció de forma exponencial, dañando el ecosistema de diversas maneras. Una buena forma de atajar ese creciente problema, es no comprar coches particulares. Esa sería una solución pero no resulta aceptable. Muchos conductores, optan por no adquirir vehículos en propiedad y recurrir al alquiler a través de empresas como Mouronte que, ofrece en su catálogo de vehículos una amplia variedad para cubrir toda la demanda. Esta, podría ser otra solución: el alquiler, frente a la compra. Aunque tampoco resulta muy viable.
Después de mucho investigar, pensar y desarrollar, los ingenieros, dieron con una posible solución al problema derivado de las emisiones nocivas que producen los vehículos a motor: el coche eléctrico. Desde hace unos años, este tipo de vehículos han ido copando el mercado, haciéndose un hueco y logrando implantarse en nuestra sociedad. Pero ¿es realmente el coche eléctrico la solución a los problemas medioambientales generados por los coches? ¿Cuál es el verdadero impacto ambiental de los coches con motor eléctrico? Sobre estas y otras cuestiones, vamos a hablar en este artículo.
Hasta el momento contamos con tres afirmaciones sobre este tipo de vehículos:
- Se trata de vehículos mucho menos contaminantes que los coches que funcionan con combustibles fósiles.
- No liberan emisiones, puesto que no disponen de tubo de escape.
- A pesar de no ser contaminantes, generan emisiones en su producción y por ende en su destrucción cuando cumplen su vida útil.
Otra certeza es que, este tipo de vehículos, se han ganado con creces sus credenciales ecológicas a lo largo de está última década en la que han cobrado todo el protagonismo y han sabido hacerse valer dentro de un sector en continua expansión.
Mejor para el medio ambiente… con matices
No vamos a negar lo innegable, si una cosa es cierta, lo es. En este caso, es así, los coches eléctricos son definitivamente mucho mejores para el medio ambiente, además de requerir un mantenimiento más fácil que los coches de gasolina o gasoil. Alejarse de los combustibles fósiles es siempre un acierto.
No obstante, esto no quiere decir necesariamente que los vehículos eléctricos sean absolutamente inocuos para el medio ambiente. Por igual, generan emisiones nocivas en las diferentes etapas que componen su existencia. Todavía queda un largo camino por recorrer antes de poder decir que se trata de vehículos cien por cien ecológicos.
Ante la pregunta de como es posible que estas maravillas de la tecnología puedan ser perjudiciales para el medio ambiente, podemos decir que la perfección no existe. Aparte de profundizar un poco en ciertos aspectos sobre este tipo de vehículos.
Puesto que carecen de tubo de escape, porque no lo necesitan, no liberan emisiones de CO2 durante la conducción. Esto es una realidad que, se traduce en que cuantos más vehículos eléctricos haya en la carretera y menos de combustible fósil, mejor será la calidad del aire que nos gusta tanto respirar.
Por otro lado, hay que destacar su silencio. Se trata de vehículos mucho, pero mucho, más silenciosos que los convencionales, algo que incide directamente en la contaminación acústica de las ciudades. Esto son todo muy buenas noticias para el medio ambiente, en lo que respecta a los coches en la carretera. Todo parecen beneficios y ventajas.
Ahora bien, lo que pasa del otro lado, el que precede a la venta y puesta en circulación de estos flamantes coches, es otra historia. Porque si bien es cierto que en la carretera, el impacto es mínimo, antes de salir de la fábrica, se generan muchas, pero muchas, emisiones de CO2. Si decimos que las emisiones que genera la producción de coches eléctricos es un cincuenta y nueve por ciento mayor que las que se genera en la producción de los coches tradicionales con su motor contaminante de combustión interna, ¿no cambia mucho el cuento?
La causa de este elevado coste medioambiental no es otras que la fabricación de sus baterías. Ese proceso de fabricación, es notablemente más nocivo de lo que podíamos llegar a pensar. También es cierto que ese nivel de emisiones se reduce al lugar de fabricación de los vehículos, siendo China, Corea del Sur y Japón, donde mayor cantidad de baterías se fabrican y, el lugar donde el uso de carbono en la producción de electricidad es relativamente alto.
Según informes de la Agencia Europea de Medio Ambiente, China genera entre el treinta y cinco y el cincuenta por cien de las emisiones totales, procedentes de la fabricación de vehículos eléctricos, corresponden al consumo energético de electricidad necesario para la producción de las baterías.
Otro gallo cantaría si esa energía eléctrica, procediera de la energía eólica. Pero, de momento, no es así y no parece que vaya a cambiar por ahora.
Los vehículos con motor eléctrico, funcionan con baterías de litio. Estas baterías se componen de metales básicos como el cobre, el aluminio y le hierro. Todos ellos, requieren de una extracción intensiva que requiere mucha energía. Este proceso es pesado en lo que a carbono respecta, razón por la que se puede argumentar y refutar ese carácter ecológico que, puede no serlo tanto.
Países como Alemania, sugieren desde su Instituto de Investigación económica que, los vehículos eléctricos apenas van a conseguir ayudar a reducir las dichosas emisiones de CO2 en los próximos años. A razón de lo que sugiere el Instituto, las emisiones de los vehículos eléctricos que funcionan con batería son, en el mejor de los casos posibles, ligeramente superiores a las de los motores diésel. Esta aseveración, se contrapone con otros estudios recientes, llevados también a cabo en el citado país. En este caso, han llegado a la conclusión opuesta, resultando que, las emisiones encontradas por estos investigadores son hasta un cuarenta y tres por ciento, inferiores en los vehículos eléctricos frente a los motores diésel.
La diferencia es tal que cabe la duda. De que lado cae la balanza y quien esta en lo cierto es una cuestión de dudosa respuesta. La controversia esta servida.
Un punto interesante es que, en la actualidad, todavía no existe un proceso estandarizado para el reciclado de las baterías. Lo que viene a decir que, cada vez, existe una mayor cantidad de desechos electrónicos, acumulados en los vertederos del planeta.
Un coche eléctrico se hace ecológico
No sabemos si es una ironía o una extraña burla hacia la sociedad. Resulta que para que un coche eléctrico sea completamente ecológico, debe hacerse un rodaje de unos veintiuno mil setecientos veinticinco kilómetros. Vamos que hay que amortizar el coche ecológicamente hablando. Aunque esto, parece ser, depende de múltiples y variopintos factores, entre los que se incluye el tamaño de la batería (en este caso, si que importa el tamaño) y como se genera la energía necesaria para cargarla.
Como ejemplo de esta cuestión poco comprensible para algunos y algunas, veamos como un Tesla 3 en Estados Unidos, donde su electricidad procede de las plantas de carbón, requieren ese rodaje previo a convertirse en ecológicos cien por cien. Sin embargo, en Noruega, donde la electricidad es mayormente hidroeléctrica renovable, solo es necesario hacer trece mil quinientos dieciocho kilómetros para lograr que tu vehículo sea ecológico de verdad.
Por si no tuviéramos suficiente con este ejemplo (des) clarificador, si añades unos paneles solares en la vivienda para obtener energía, ese kilometraje se ve disminuido. Tu coche eléctrico será ecológico un poquito antes.
En resumen, veamos los pros y contras de un vehículo eléctrico:
- Sin emisiones del tubo de escape.
- Mejora la salud para nuestra salud, el aire es más limpio.
- Disminuye la contaminación acústica.
- Se pueden fabricar con materiales reciclables.
En contra:
- La fabricación todavía, libera emisiones nocivas.
- Si la electricidad se basa en extracciones con carbón, no es sostenible al cien por cien.
Si algo nos queda claro, es que los vehículos eléctricos, crecen en popularidad. Actualmente, su producción es la principal preocupación ambiental. No obstante, aunque sus emisiones son más bajas que las que generan los vehículos con motor tradicional, con independencia de la procedencia de la electricidad necesaria para su carga.
A la vez que las energías renovables cobran protagonismo y son más utilizadas, los coches eléctricos se irán tornando más ecológicos, razón por la que los gobiernos, presionan en la implantación de este tipo de fuentes de energía.
En conclusión, cada uno debe sacar la suya propia. Sin embargo, esta más que claro que, todavía deben mejorarse muchos aspectos relativos a los procesos de fabricación de este tipo de vehículos. Teniendo en cuenta que el transporte representa una cuarta parte de las emisiones mundiales de CO2, podemos considerar que el uso de coches eléctricos, es una de las medidas más correctas para atajar el problema.
Frente a este hecho, solo nos queda plantearnos si esta y otras medidas, son suficientes para reparar todos los daños causados al planeta. No se trata de la huella de carbono. Hablamos de la huella del hombre.